Todos Fuimos Extranjeros Una Vez

Recientemente, me topé con una entrevista en YouTube que instantáneamente llamó mi atención. Una joven irlandesa estaba hablando de su terrible experiencia en 2013 cuando fue arrestada en el aeropuerto de Lima, Perú, junto con una mujer de Escocia, por llevar grandes cantidades de drogas en su equipaje. Cuando vi su cara, la reconocí, ya que las había visitado a las dos en la cárcel de mujeres de Lima.

El P. Columbano Mauricio Foley me había pedido que fuera a visitar la prisión. Un virus de influenza andaba circulando en ese tiempo, lo que significaba que a personas mayores de 65 no se les permitía visitar las prisiones. Así que, él me preguntó si yo podría verificar como estaban las dos y decirles que estaba tratando de ayudarlas. El P. Mauricio me acompañó a la puerta de la prisión y esperó mientras yo entraba.

Me sentí un poco nerviosa esperando en el vestíbulo, ya que no sabía que decir, y me preocupó que pudieran estar en pánico por su horrible situación. Sus casos estaban aún en la etapa de audiencia, así que la seguridad era mínima. Nos sentamos en una mesa en la planta baja. Las dos mujeres eran jóvenes, sólo 19 y 20, y parecían bastante ingenuas. Me presenté y compartí el mensaje del P. Mauricio. Se pusieron muy contentas de saber que él estaba tratando de ayudar. Dijeron que ellas no sabían que había en sus maletas cuando las arrestaron, aunque después admitieron que sí.

Sólo traté de hacerles saber que no estaban solas en tierra extranjera. Tuvimos una pequeña charla hasta que el tiempo se terminó, y les di un sobre con un poco de dinero de parte del P. Mauricio. Le enviaron las gracias y me agradecieron por venir. El P. Mauricio pudo visitarlas cuando los casos de influenza cesaron.

En la entrevista que estaba viendo, la mujer dijo que cuando regresó a Irlanda, se dio cuenta que se había convertido en una infame mula de drogas. Esto hizo que fuera muy difícil para ella volver a la normalidad. Sin embargo, continuó que los años dolorosos que pasó en la prisión le habían ayudado a crecer y hacer un completo cambio en su vida. Ahora era madre de dos hijos.

Mi experiencia en Perú, junto con las visitas a la prisión que he hecho mientras trabajaba en las Filipinas, me llevó a desear explorar el ministerio penitenciario cuando llegué a Hong Kong en 2018. El P. Columbano Pat Colgan me introdujo al ministerio penitenciario. Había muchos prisioneros extranjeros, en su mayoría por delitos relacionados con las drogas.

Conocí a Henry (nombre ficticio) en la prisión Pik Uk. Tenía una esposa e hijo en Nigeria. Solía ayudarlos a comunicarse por WhatsApp y cartas. Su joven esposa le mandaba cartas a Henry casi cada semana y algunas veces me pedía consejo acerca de su propia vida y sus preocupaciones por su esposo.

Me sorprendió cuando recibí un mensaje de ella diciendo que el padre de Henry había muerto en un accidente de carro. Me pidió comunicarle la terrible noticia y consolarlo. Estaba preocupada por él. Mientras esperaba por él en la sala de reuniones de la prisión, pensé en nuestra conversación durante mi visita anterior. Estaba encantado porque podría ir a casa pronto y habló de su planes de vivir con sus padres ancianos. También dijo que había aprendido mucho sobre la vida matrimonial de su padre.

Cuando Henry llegó, no sabía como empezar. Eventualmente, le di las malas noticias sobre su padre. Estaba conmocionado, pero pude ver que estaba tratando de controlar sus emociones. Me preguntó si había recibido la carta que él había enviado unos días antes para enviarla a su padre. No lo había hecho. Llegó al día siguiente.

Sentí mucha pena porque su carta llegó demasiado tarde. Después, su hermano menor envió fotografías del accidente automovilístico. Su padre fue uno de seis víctimas. Fue muy doloroso de ver, pero imprimí las fotografías y se las envié a Henry. Solo podía imaginar como manejaría su dolor y tristeza cuando vio las fotos. Oré por el eterno descanso del alma de su padre y por su familia, especialmente por Henry, ya que no podía estar ahí en estos momentos tan difíciles. Su familia quería involucrarlo en los arreglos del funeral y los asuntos familiares porque el era el hijo mayor, y yo pude ayudarlos con su comunicación. Henry ahora ha regresado a casa. Espero que haya podido asentarse en su nueva vida. Él me prometió que nunca se volvería a involucrar en ningún acuerdo de dinero fácil.

Han pasado tres años desde que empecé el ministerio penitenciario aquí en Hong Kong. He visitado a mujeres de Uganda, Kenia, Zimbabue, Tanzania, y Sudáfrica. Algunas de ellas han regresado a casa. Otras están cerca de terminar sus sentencias, mientras que muchas siguen contando sus años restantes en prisión.

Mi propia experiencia en el ministerio penitencial ha significado más para mí que simplemente apoyar a los prisioneros y sus familias. He descubierto que el apoyo es mutuo. Me ha ayudado mientras he estado en Hong Kong también. Las personas tras las rejas se convirtieron en mis amigas mientras era nueva en la ciudad. Todas éramos extranjeras en una tierra extraña, pero pudimos compartir amistad cuando nos acercamos unos a otros.

Revista