Oscuridad y Sombras

Noviembre llega oscuro y sombrío. Los días se acortan y las noches se hacen largas. Toda la abundancia y riqueza del otoño se almacenan en nuestros graneros. Los campos están desnudos, y los árboles se encuentran esqueléticos y demacrados contra un cielo sombrío. La lluvia invernal se derrama y a veces inunda la tierra. Los días se vuelven más fríos y las colinas están envueltas en un tono solitario. Con las hojas que caen recordamos a las Almas Santas, aquellas que trabajaron entre nosotros y a quienes dejamos ir, preguntándonos cómo soportaríamos sin ellas. También nos damos cuenta de que en un futuro no muy lejano nosotros también seremos recordados de la misma manera.

En el mundo de hoy no nos sentimos cómodos pensando o hablando de nuestra propia muerte. Tratamos de no articular la palabra muerte en absoluto. Cuando alguien muere, decimos que ha “fallecido”. Y por un momento podemos preguntarnos a dónde ha ido él o ella. Pero sabemos en nuestros corazones que nuestro ser querido ha muerto. Para él o ella la vida ha cambiado y no se le quita. El cuerpo físico ha completado su propósito en la tierra. El alma espiritual ha ido a un lugar de descanso eterno “cuyo ojo no vió, ni oído oyó, ni ha entrado en la mente para entender lo que Dios tiene reservado para el que cree en Él”.

¡Cuán absortos podemos estar a veces con la lectura de artículos y anuncios en la televisión y en línea que nos atraen a pensar que podemos vernos y sentirnos más jóvenes! ¿Cuántas lociones compramos con la vana esperanza de pensar que nuestras arrugas se suavizarán o que un estiramiento facial mejorará nuestra expresión facial escarpada? Se nos anima a nutrir nuestros cuerpos y superar nuestro proceso de envejecimiento. La intención es fingir que viviremos más tiempo.

Pero Noviembre grita “ALTO”. Este mes es un regalo precioso, un tiempo de gracia. Es una oportunidad para dejar de pasar las cosas y abrir nuestros corazones al recordar que de lo único que estamos seguros es de que moriremos. Es un pensamiento sombrío, y para algunos puede ser aterrador. Pero no hay necesidad de temer. Volveremos a nuestro Amoroso Padre que nos ha cuidado a lo largo de nuestras vidas.

¡Qué radical es el Camino de Jesús! Él nos mostró que el camino a Dios es abrazar a nuestra humanidad con toda su fragilidad y vulnerabilidad. Noviembre es un mes muy sagrado. Nos trae una abundancia de energías espirituales y significado. Nos recuerda que no debemos temer a la temporada de invierno, ya que la primavera pronto seguirá. Nos ayuda a desechar nuestra ceguera y duda. En la Cruz, Jesús le dijo al hombre que moría a su lado: “Este día estás conmigo en el Paraíso”.

“Este es Mi regalo para ustedes. No permitáis que vuestros corazones se turben o tengan miedo”. Así que, en paz, abracemos la gracia de noviembre y esperemos nuestra muerte y resurrección.

Liturgia