El país sudamericano, Colombia, sufrió una devastadora y sangrienta guerra civil durante décadas. El país experimentó comunidades contra comunidades, vecinos contra vecinos, familias contra familias, hermanos contra hermanos, etc. A finales de la década de 1990, el Padre Leonel Narváez participó en las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y los líderes de las fuerzas rebeldes. Basado en esta experiencia y en estudios posteriores en Harvard, el Padre Leonel se interesó en desarrollar un programa de perdón y reconciliación. ¿Qué proceso es necesario para comenzar a sanar? Así, creó ESPERE, un acrónimo en español para Escuela de Perdón y Reconciliación. En 2009, participé en ESPERE mientras vivía en Lima, Perú. A través de ESPERE, llegué a entender que, aunque interconectados, el perdón y la reconciliación son dos procesos separados.
El perdón es el primer paso hacia la reconciliación. El perdón se trata de cómo me relaciono con la ofensa, los eventos de lo que me sucedió. Al igual que muchos, he sido herido antes por otros. Mi mente estaba llena de pensamientos sobre cómo el universo me iba a traer justicia. Si se mencionaba el nombre del ofensor, nada más que energía negativa salía de mí. Con el tiempo, cargar con estos pensamientos negativos consumía energía y prevenía la felicidad. Eventualmente, tuve que aprender que perdonar no era para el ofensor, era para mí mismo, para que el ofensor y los eventos no dominaran mi perspectiva sobre la vida. El dicho "perdona y olvida" es engañoso. No podemos olvidar, pero no tenemos que permitir que el recuerdo impida la felicidad. Muy parecido al Cuerpo Resucitado de Jesús, que ya no estaba en la Cruz pero llevaba las heridas de la Cruz. Las heridas son un recordatorio de lo que Él vivió, pero ya no tienen poder sobre Él.
La reconciliación se relaciona específicamente con qué tipo de relación tendré con el ofensor. No puede haber reconciliación a menos que haya perdón. Si el ofensor está vivo, ¿qué tipo de relación puede existir? A través de ESPERE, aprendí que hay tres posibilidades. Primero, está el modelo de "Mundos Separados". Básicamente, significa que no hay relación. Aunque ya no albergo sentimientos negativos hacia el ofensor, mantengo al ofensor en su mundo y yo en el mío. Segundo, está el modelo de "Mundos Interconectados". En este modelo, solo tengo contacto con el ofensor cuando es necesario. Nuestro contacto es cordial y civil, pero no va más allá de eso. Un ejemplo es una pareja divorciada que solo se encuentra para discutir y resolver asuntos relacionados con sus hijos. De lo contrario, no están en contacto entre sí. Por último, está el modelo de "Un Solo Mundo". En este modelo, he reconstruido mi relación con el ofensor. Un ejemplo sería una pareja que experimentó infidelidad por parte de uno. A través de consejería y mucho diálogo, la pareja permanece junta y forja una nueva relación. ¿Cuál modelo es el mejor? El que sea posible y no robe mi paz y felicidad. Como dice el refrán, la mayor venganza es ser feliz.
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