El camino de la oración

La manera más sencilla de escribir sobre la oración es hablando de mi propio camino. Muchas veces he evadido o resistido la lucha de rezar. Sin embargo, mientras mi camino progresa, he aprendido a incluir todo en mis encuentros con Dios, lo cual nos ha unido mucho. He tenido muchas experiencias, algunas no muy sencillas o exitosas, pero estoy más consciente de como Dios me guiaba a un sentido de unión con Él. Una manera fue aprendiendo a ser yo mismo con Dios y dejándolo ser Él mismo conmigo.

Por mucho tiempo, vacilaba al pensar en dejar a Dios entrar en unas partes de mi vida y no podía ser completamente abierto con Él. Junto con esto, quería que Dios fuera como yo lo deseaba, no como Él elegía ser y muchas veces me frustraba y enojaba con Él. Esta actitud controladora puso un muro entre nosotros. Yo podía verlo, pero no podía acercarme a Él. ¿Cómo podía remover este muro? La respuesta vino durante un retiro cuando le contaba a un director espiritual sobre mi lucha con la oración. Me escuchó y dijo: “sabes, en Su enorme amor por ti, Dios te de la libertad de ser como quieres ser. ¿No podrías, en tu enorme amor por Dios, darle la misma libertad?” Al oír la palabra “libertad,” todo cambió y el muro entre nosotros desapareció. Había una nueva cercanía entre nosotros.

Mientras mi camino progresaba, comencé a prestarle más atención a Jesús. Lo consideraba como un visitante bienvenido. Era como dejarlo entrar a mi casa al abrir la puerta y hacer espacio para que entrara. Descubrí que, para crear ese espacio, necesitaba vaciar todos los obstáculos en el camino. Una gran parte de vaciarme fue contarle lo que pensaba y sentía. Él quiere que le cuente sobre mí. No lo necesita, pero yo sí.

Mi comunicación con Jesús usualmente era mediante un diálogo interno, pero a veces me ayudaba escribir. Le escribía una carta y se la compartía en mi oración. Luego, después de un tiempo, Le dejaba contestarme en otra carta la cual me escribía en Su nombre, imaginando lo que Él me diría. Como ya conocía a Jesús mediante las escrituras y la oración, sentía que podía determinar si Sus respuestas eran auténticas o no. Si tenía cualquier duda, le preguntaba a Jesús directamente, “¿verdaderamente viene esto de Ti o de alguien más?” Descubrí que si venia de Él, me lo diría. Entonces, sentiría paz y nuestro dialogo continuaría.

Cuando fui a Pakistán, mi camino de oración me llevó a estar en contacto con personas que enriquecían mi relación con Dios al compartir conmigo en retiros y dirección espiritual. También trabajaba en parroquias rurales donde el trabajo era visitar y conocer a muchas personas luchando contra la pobreza, injusticia y opresión. 

Esta experiencia ha impactado mis experiencias con la oración. Anteriormente, pasaba mi tiempo con Dios a solas, pero esto ya no funcionaba. Habían demasiadas distracciones. Entonces, un día mientras rezaba en mi habitación y me quejaba de mis frustraciones, escuché a unos niños que jugaban afuera de mi ventana y hacían mucho ruido. Refunfuñé algo sobre el sonido a Dios y de repente la respuesta vino a mí en mi mente: ¡Me estás buscando adentro y Yo estoy afuera!” Desde ese día en adelante, encontré un equilibrio en mi oración y podía experimentar la presencia de Dios solo al igual que con otras personas.

Jean Pierre Caussade escribió en su libro “El Sacramento del Momento Presente,” que al vivir nuestra relación con Dios conscientemente, podemos percibirlo en cualquier momento. En lo que tengamos que hacer o nos suceda, ahí estará el “misterio” mediante el cual Dios Se nos revelará. Además, dijo que hay momentos en los cuales el alma vive en Dios. Tenemos, entonces, que rendirnos ante Él completamente para dejarnos guiar por Su inspiración. En mi camino de oración, viví esto como misionero Columbano mientras discernía. Dios me guiaba y me decía a donde ir.

Tomé este mensaje y lo grabé en mi corazón y descubrí que sin importar si las circunstancias eran difíciles o sencillas, podría encontrar a Dios ahí y podría rezar. Hasta hoy puedo rezar en medio de algarabías y cuando descanso, siempre y en todas partes. No puedo explícita y continuamente sentir una presencia consciente de Dios, pero he descubierto que puedo sintonizarlo cuando lo deseo, porque sé que siempre está ahí. Demasiadas veces pensamos que solo hay una manera para rezar y que esta debe ser la manera de un santo o místico. Sin embargo, junto con los santos y místico, creo que cada uno de nosotros debe descubrir su camino de oración, confiando en nuestra propia relación consciente con Dios y compartiendo algo sobre nuestra oración con otra persona que rece.

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