En Busca del Corazón Humilde y Contrito

¿Hemos pasado la culminación del Catolicismo Americano?

Muchas personas que nos escriben se lamentan de que sus propios hijos y nietos no van a la Iglesia. La práctica religiosa incuestionablemente ha declinado en las últimas generaciones. Las encuestas de opinión confirman esta tendencia.

Sin embargo, si bien las encuestas usan diferentes metodologías, las causas que citan son muy variadas. Todos hemos escuchado una gran cantidad de opiniones de como religiones organizadas (no únicamente católicas) han sufrido una disminución de sus miembros y de su influencia.

La gente especula que las reformas del Concilio Vaticano de 1962-1966 resultaron en la disminución en números, ya sea porque fueron demasiado lejos o no fueron lo suficientemente lejos. Los cambios del Vaticano II se promulgaron en un momento de un gran fomento cultural, la década de 1960. Obviamente los tiempos cambiantes influenciaron en la vida de la Iglesia y en la vida de fe, tanto positiva como negativamente.

Si tomó 50 años o más para llegar a esta situación, probablemente tomará al menos ese tiempo para trazar un futuro nuevo y mejor. Es consolador recordar que la historia de la Iglesia está marcada con crisis similares. Los santos – mártires, monjes, mendicantes, misioneros – en todas las épocas han liderado movimientos de transformación en la Iglesia. Lo hicieron a un gran costo, algunas veces pagando con sus propias vidas.

El pecado, por supuesto, no es nuevo. En décadas recientes, hemos sido testigos de un comportamiento corrupto por parte de individuos dentro de las instituciones principales, lo que se suma a nuestra tendencia de desconfiar de las instituciones que alguna vez fueron veneradas. Se ha revelado que clérigos han estado involucrados en comportamientos sexuales criminales y encubrimientos especialmente dañando a los jóvenes. También ha habido escándalos financieros. Trágicamente, muchos de los que se van no solo abandonan nuestra fe sino también toda fe religiosa.

Los valores sociales han cambiado. La sociedad de hoy está impregnada por el individualismo que desalienta la participación social en cualquier forma. Las divisiones ideológicas han debilitado seriamente nuestra respuesta a los desafíos que la Iglesia Católica enfrenta. Algunas cosas están más allá de nuestro poder de control, pero no todo.

El Papa Francisco está tratando de transformar a toda la Iglesia en una organización más participativa. Y el Cardenal Wilton Gregory dijo recientemente:
“Necesitamos una forma transparente de decir la verdad, de hacernos responsables, y de volver a la misión central de nuestra Iglesia, que es la preocupación evangélica de los pobres, y la proclamación del mensaje de Cristo por la vida del mundo. Si podemos hacer estas cosas bien, las otras preocupaciones responderán en consecuencia.”

El corazón humilde y contrito sigue siendo buscado 125 años después.

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