La Brillante Promesa de Belén

En 2013, después de doce años en tareas administrativas con los Padres Columbanos, me dieron la oportunidad de tomar un año sabático. Aproveché la oportunidad y elegí hacer un curso de seis semanas en el Instituto Tantur de Jerusalén.

Cerca de Tantur había una ruta principal de autobús y a lo largo de esa carretera había unas ruinas de una iglesia antigua. Me detuve a mirar de cerca las ruinas que había visto desde la ventana del autobús. Tenía curiosidad por ello porque tenía la misma forma (octagonal) que la última iglesia en donde había sido párroco, San Simón y San Judas en Fujisawa, Japón.

Descubrí que el sitio guardaba los restos de una Iglesia construida durante el período bizantino de la historia (hace como unos 1500 años). Una cosa muy interesante era la ubicación. Si estuvieras viajando de Nazaret, vía Jerusalén a Belén como María y José lo hicieron, este hubiera sido el lugar por donde caminarías cuesta arriba y darías tu primer vistazo de Belén.

La iglesia fue construida allí sobre la teoría de que habría sido un lugar lógico para que los viajeros cansados se detuvieran a descansar un poco ahora que su objetivo estaba a la vista. Tal vez como Cristianos contemporáneos, también estamos ahí en Diciembre. Es el tiempo cuando damos un distante vistazo de Belén y sus brillantes promesas.

Como María y José, nosotros también estamos en un viaje, un peregrinaje hacia el cielo.

En otro sentido estamos a poca distancia de Belén, a poca distancia de la Navidad. Podemos echarle un vistazo hoy si nos detenemos y miramos y bebemos a la vista, ya que está cerca.

Nuestro vistazo debe incluir a María. María, como sabemos, era una mujer joven a la que un ángel se le apareció para revelar el plan de Dios para su vida, elegida por Dios para ser parte del gran milagro de la entrada de Dios en la historia humana, asumiendo la carne humana. El Hijo de Dios nacería de ella a pesar de que nunca había conocido a un hombre. Afortunadamente, María dijo Sĺ al plan de Dios.

El Adviento es un tiempo para la anticipación, pero también un tiempo para recordar algunas verdades básicas importantes. Cada vez que se nos predica el Evangelio, se nos recuerda que Dios tiene un plan para nuestra vida. Planea que lo conozcamos.

Él planea que le sirvamos sirviendo a los demás, y Él planea perdonar nuestros pecados.

Pero Dios no se impone a sí mismo sobre nosotros. Sólo se esperaba el sí de María, el plan de Dios para cada uno de nosotros implica una invitación y nuestra respuesta. ¿Aceptaremos el perdón de Dios? ¿Amaremos y seguiremos a Jesús?

Para muchas personas, la Navidad es un momento lleno de alegría con la familia y los amigos, pero para otros (tal vez alguien leyendo estas páginas) puede ser un momento difícil debido a una enfermedad, o la reciente muerte de un ser querido. Algunos llevan consigo grandes expectativas de "la Navidad perfecta" sólo para decepcionarse cuando las cosas no funcionan como esperaban y planeaban.

Los problemas de esta vida a veces pueden ser abrumadores. Sin embargo, ¿no es esta la razón por la que Jesús vino? En Navidad celebramos que el Cordero sin pecado de Dios vino a esta tierra para ofrecer Su vida en nuestro lugar, y por nuestro pecado.

Pausa, siéntate, respira, mira hacia arriba... Belén está cerca. Y que esta sea una Navidad llena de paz para ti.

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