Señor, Lávame

O mi Salvador
¿Quién soy yo para que me invites
a recibirte como alimento para mi alma?
¿Será posible que Tú,
el Dios de pureza infinita,
venga a morar en mi corazón?
Señor, si así lo deseas,
puedes lavarme.
Una palabra tuya bastará para sanarme.
Vengo entonces,
O mi amigable Salvador, a recibirte,
pero vengo cubierto de vergüenza
y confusión al ver mis pecados,
pero lleno de confianza en Tu misericordia
y en el amor que Tú tienes por mí.