Oh, María, Madre de Dios

Oh, María, ayúdame a mantener mis propósitos de vivir
como fiel discípulo de Jesús,
para la construcción de la sociedad cristiana
y el gozo de la santa Iglesia Católica.

Te saludo, Madre, en la mañana y en la noche;
y rezo mientras voy de camino;
espero de ti la inspiración
y el aliento que me permitirá
cumplir las promesas sagradas
de mi vocación terrenal,
dar gloria a Dios, y ganar la salvación eterna.

¡Oh, María!
Como tú en Belén y el Gólgota,
Yo también deseo estar siempre cerca de Jesús.
Él es el Rey eterno de todos los tiempos y todos los pueblos.


Amén.