¡¡¡El Papa me copió!!!!

Quisiera intentar hablar de lo que esta significando para nosotros en la oficina de Justicia Paz e Integridad de la Creación (JPIC) la encíclica Laudato Si, pero para ello debo intentar primero contextualizarla en nuestro trabajo local.

Para la Región de Chile la prioridad es el trabajo en parroquias,  y por tanto, se privilegia el responder las directrices diocesanas y vicariales, siendo lo propio de los columbanos adaptado para responder a esta realidad.  En este contexto, nuestro trabajo no es un trabajo fácil, los temas que nos son prioritarios, son temas de la humanidad, visto desde una mirada y experiencias de fe, que son difíciles de transmitir en  la realidad de nuestras parroquias y capillas, muchas veces sobrepasadas por  los requerimientos pastorales de las diócesis. Además todas ellas se encuentran ubicadas en sectores de mucha pobreza, donde las personas están más preocupadas de resolver sus temas cotidianos y de supervivencia, dejándoles poco tiempo y energías para otras actividades que requieren un mayor grado de reflexión y de involucramiento. Por ello, junto con intentar estar en las parroquias y comunidades columbanas, hemos hecho una opción de trabajar en redes con aquellos y aquellas con quienes compartimos búsquedas comunes, participando por tanto, en espacios de justicia social y ambiental que trabajan por la defensa del agua, los derechos humanos, el dialogo interreligioso y ecuménico, en contra del extractivismo y a favor de los derechos de los pueblos originarios.

A nivel de redes principalmente acompañamos y caminamos con  comunidades afectadas por conflictos ambientales, en especial por acceso a agua, con quienes estamos tratando de construir propuestas alternativas de vida buena, que se basen en el respeto de las culturas y cosmovisiones de los pueblos y en la defensa de la vida. También somos parte de distintos espacios religiosos y ecuménicos con quienes compartimos estas búsquedas de justicia y paz. 

A nivel de nuestras parroquias somos parte del trabajo de promoción misionera, tratando de generar conciencia de que la preocupación por la justicia y la paz es parte integral de la misión y seguimiento de Jesús, y  que en ellos, el cuidado de lo creado tiene un rol privilegiado.

Quizás este ha sido el punto más difícil de promover, ya que para la mayoría de los feligreses, incluyendo a muchos agentes pastorales, el cuidado de la casa común es un tema secundario y a veces incluso es visto como un tema que no concierne directamente a las y los cristianos. Es por ello que la encíclica Laudato Si, llega en un momento crucial y nos da el sello magisterial a un trabajo que llevamos realizando por muchos años.

Unos días atrás nos sentamos con los miembros de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación (CECC) para reflexionar y poner en común nuestra lectura de la encíclica Laudato Si, ya habíamos hecho una primera mirada y habíamos realizado  una declaración pública al respecto, pero sentíamos la necesidad de reunirnos nuevamente y de profundizar en los contenidos y los sentidos de ella. Fueron muchas las ideas que fueron saliendo, muchas las constataciones de nuestras primeras impresiones y  también mucho el gozo de poder contar con este documento mayoritariamente muy lúcido y muy próximo para cada uno/a de nosotros. Ya casi al finalizar la reunión uno de los participantes dijo: “César, ¡el Papa te copió!”, todos y todas no miramos incrédulos y nos reímos de la ocurrencia de nuestro amigo, pero él estaba hablando seriamente, y repitió: si, de verdad te copió, cuando yo leo algunos párrafos de la encíclica es como  escuchar lo que tu has dicho muchas veces en talleres, charlas y en nuestras conversaciones. Y luego agregó, que también sentía  que el Papa le copio a él y que nos copió a cada uno, cada una de quienes estábamos ahí, no sólo por la cercanía del lenguaje que usa, tan del sur global que parece que son nuestras propias palabras, sino también porque esta encíclica, con matices más matices menos, dice desde el magisterio, lo que venimos diciendo y haciendo por muchos años en nuestra coalición, y yo diría también en nuestra oficina.

No es que el Papa literalmente hubiese escuchado nuestras ideas y las haya volcado en la encíclica, sino más bien que en muchos de sus párrafos refleja las luchas y demandas que un importante sector de la humanidad lleva dando por años, Un importante sector que ha sido sistemáticamente desoído o acallado por aquellos que se adueñan del poder político, tecnológico y económico, o al menos lo han intentado. Creo que esto se refleja claramente en los 5 puntos principales de  la declaración que hicimos como CECC referente a la encíclica que comparto aquí:

  1. Celebramos y agradecemos al Papa Francisco por su compromiso con el cuidado de la creación desde una opción preferencial por las y los más pobres, junto al reconocimiento del valor intrínseco de todos los seres que habitan esta “hermana y madre tierra” y su interdependencia, incluyendo al ser humano.
  2. Creemos que la Encíclica esta escrita desde el sur  global y nos sentimos identificados e identificadas por el lenguaje utilizado por el Papa, que da cuenta de las luchas, sufrimientos y búsquedas de nuestras comunidades  afectadas por la explotación de la tierra y el descarte de los más débiles.
  3. Compartimos los planteamientos críticos  y proféticos que en ella se hacen al sistema económico, las empresas  multinacionales, los gobiernos y las formas de poder que derivan de la tecnología, que se sitúan como “señores, patrones y dominadores” de la tierra. Nos llama a pensar que: “el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social.”(N109)
  4. Valoramos el énfasis en asumir la tierra como don y no propiedad ni recurso, y el clima como bien común. En  la realidad chilena nos resuena este llamado, ya que nuestros bienes comunes han sido apropiados y privatizados en su gran mayoría. Por ello creemos que éste es una interpelación directa al gobierno de nuestro país a cambiar los marcos legales que posibilitan la apropiación de estos bienes comunes, en especial del agua: “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal” (N30)
  5. Esta Encíclica nos llama a todos y todas, no solo a los cristianos, a la conciencia de comunión universal, a un cambio de paradigma, a una conversión ecológica, que rompa con la cultura del descarte y del consumismo, abriéndonos a la cultura de una nueva civilización que “se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra”. (N66)

Por ello para nosotros este documento es un regalo maravilloso que nos permite por primera vez hablar desde la Doctrina de la Iglesia, los temas que nos son propios desde siempre y nos fortalece en nuestros intentos de promover estos como parte integra de nuestra misión.

Para finalizar quisiera decir que Rogelio no se equivocó, El Papa me copió!, le copió a Sean Mc Donagh y a Leonardo Boff, también le copió a la señora María que cada día cuida sus plantas y sus animales dando gracias a Dios; y al hijo de una amiga de solo 4 años que se enoja mucho y les reclama a sus vecinos cada vez que botan un papel al suelo. Le copió también a  la señora que se fue a vivir  en una comunidad, que no quiere, que una mina se les instale en su territorio,   para  apoyarles en denunciar y desenmascarar las estrategias de las mineras. Si, nos copió el Papa, quizás sin darse cuenta, pero en la encíclica plasmó las luchas y esperanzas de muchas y muchos y reafirmó no sólo nuestros esfuerzos, sino también nuestra espiritualidad y nuestra comprensión de un Dios amante y misericordioso con su creación ante el cual sólo nos queda decir “Alabado Seas”.

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