Eucaristía en Tiempo de Aislamiento

En este tiempo el año pasado, escribí un artículo titulado “¿Cómo ser Personas de la Eucaristía, cuando no hay Eucaristía?” Fue durante el primer confinamiento por coronavirus cuando la Misa no se celebró por tres meses, y varios católicos se preguntaban: “¿Qué significa ser católico en este tiempo?” En ese artículo, me recordé a mí mismo, y a ellos, que Cristo está presente en la Eucaristía de maneras distintas a las sagradas especies: por ejemplo, en la reunión de la comunidad, en la escucha comunitaria de la Palabra de Dios, y en actos de justicia y amor en la sociedad. Esto parecía traer algo de consuelo y luz en ese tiempo.

Este año, nos enfrentamos a un posible aislamiento largo, debido a la variante india del COVID que ha traspasado nuestras fronteras internacionales. Un tema pastoral este año ha sido, ¡qué hacer con la Eucaristía en un clima que es tan caliente y húmedo, para que no se deteriore en los diversos sagrarios de los pueblos donde se almacena con tanta reverencia? Simplemente removerlo, y transferirlo, por ejemplo, a la casa del sacerdote en el pueblo, parece despiadado. Por lo tanto, con nuestros catequistas, decidimos una serie de opciones. En un pueblo, Votua, fue trasladado a un refrigerador vacío de una pareja de ancianos, que emplean la mayor parte de sus días orando y cantando. Adornaron el refrigerador con una imagen de la Divina Misericordia, y otras telas tradicionales de Fiji, y las personas son bienvenidas a pasar tiempo enfrente del refrigerador, mientras un reproductor de música toca cantos religiosos desde la mañana hasta la noche. 

En otro pueblo, Navala, la Eucaristía también ha sido transferida a un refrigerador en una casa familiar, pero cuando la oferta de un refrigerador más pequeño por parte del director de la escuela de pueblo decidimos moverla de nuevo a la iglesia del pueblo. Hay una tradición ahí de adoración semanal la cual tiene que llevarse a cabo de acuerdo con las restricciones del gobierno de 20 personas.

Otro catequista decidió usar gradualmente las hostias en una distribución semanal de ellas a los enfermos. Mientras la Misa ha sido prohibida, nos parece que los ministros laicos, siempre que estén con máscara facial y observen los protocolos de higiene, seguramente pueden continuar esta obra de misericordia.

Por lo tanto, se han encontrado nuevas “soluciones” a una nueva situación. Lo que no ha cambiado es la devoción de Fiji al Cuerpo y la Sangre de Cristo, y quizás, una vez más, este tiempo de “hambruna eucarística” servirá para fortalecer nuestro sentido de Cristo en Su Palabra, en los demás y en los pobres. Esperemos que sí.

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