Del Otro Fin del Mundo

Sacerdote columbano saluda personalmente al Papa Francisco

Cuando el Papa Francisco, que es de Argentina, fue electo, explicó de esta manera su origen: «Saben que el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo...».

El 18 de junio de 2013 fui invitado a Roma como uno de diez delegados del mundo católico para tomar parte en un reunión del Comité de Enlace Islámico-Católico. A los miembros del comité se les concedió el privilegio de reunirse con el Santo Padre, después de su audiencia de los miércoles. Fue un claro signo de apoyo y compromiso del Papa al diálogo interreligioso.

Unos minibuses nos transportaron a la sala de audiencias privadas en el Vaticano. A su llegada, el Papa fue informado sobre la reunión y las discusiones del comité. Luego, los jefes de las respectivas delegaciones presentaron a cada uno de sus miembros.

Cuando llegó mi turno, el cardinal Tauran me presentó al Santo Padre como un sacerdote columbano proveniente de Australia. Le dije al Papa Francisco: «Su Santidad, yo también he venido a Roma desde el fin del mundo». Cuando escuchó esto, el Papa soltó una carcajada y dijo: «¡Sí, pero del otro lado!»

Siento un gran privilegio haber compartido un momento alegre con el Papa. Calzar las sandalias del pescador es una responsabilidad enorme. Espero que nuestro breve pero alegre encuentro haya aligerado su día.

El encuentro fue un momento muy profundo para mí, una comunión compartida de dos misioneros, de diferentes lados del mundo, reunidos en Roma. ¿Y dónde está el centro de la Iglesia y cuál es su periferia? El centro de la Iglesia no es Roma ni el Papa. Ni tampoco Latinoamérica o Australia son “el fin” del mundo. El corazón y centro de la Iglesia es su gente, sus fieles, dondequiera que estén, sea en Asia, África, América, Australia o Europa. Nuestra tarea común como misioneros es tenderles la mano, acompañarlos, estar con ellos.  

Uno de los dones que el nuevo Papa ha dado a la Iglesia y al mundo, es su gozo en reunirse con la gente ordinaria y en complacerse en las cosas sencillas de la vida. Estoy seguro que su alegría brota de su profundo cariño por los pobres. El Papa Francisco es sencillo, humilde… un hombre del pueblo y para el pueblo. Ha sido una bendición poder saludarlo personalmente y pido a Dios que él continúe dirigiendo a la Iglesia de acuerdo con el Evangelio, hoy, mañana y los años por venir.

 

Etiquetas