Creyendo en sus Habilidades Antes que en sus Dificultades

Trabajé con niños especiales por 4 años cuando vivía en Los Ángeles y fue uno de los medios que formaron parte de mi camino de conversión a la fe del ateísmo. ¡En estos niños comencé a ver a un Dios vivo! Por razones desconocidas para mí, Dios me mudó a más de 1,300 millas del hogar que había conocido toda mi vida a Omaha Nebraska en donde no conocía a nadie y comenzamos desde cero. En este Éxodo y misión familiar no entendía porque me llamó a trabajar con los misioneros de San Columbano, pero al visitar Rancho Anapra en Ciudad Juárez México, y luego Lima Perú, Dios me fue hablando y explicando el porque me movió.

Fue en las misiones de Perú donde Dios me habló fuertemente. Cada día visitamos un nuevo proyecto Columbano, y en cada uno de estos lugares, Dios me dijo algo que comenzó a moldear mi corazón a una realidad más grande que la mía. Hoy hablaremos un poco sobre el CEBE Manuel Duato. Manuel Duato es un proyecto muy importante y transformador en Perú. Aquí trabajan con niños que normalmente no pueden asistir a escuelas públicas porque los maestros no tienen la preparación para trabajar con niños especiales, ni reciben ayuda del gobierno. Los padres de los niños simplemente tienen que hacer lo mejor posible con ellos sin preparación ni educación sobre las enfermedades de sus hijitos. El CEBE Manuel Duato es un programa que da educación a los padres sobre cómo tratar y trabajar con sus hijos en sus condiciones especiales y es una escuela para estos niños. A diferencia de muchos servicios, este lugar acepta a niños desde meses de nacidos hasta jóvenes adultos a los cuales les ayudan a vivir por sí mismos.

Al entrar a esta linda institución, me llamó mucho la atención los “compromisos institucionales” que tenían visibles afuera de uno de sus edificios. El punto que más me llamó la atención fue el que decía… “Los padres nos comprometemos a amarlos y respetarlos. Ser pacientes y tolerantes. Creer en sus habilidades antes que en sus dificultades.” Esta frase me abrió la mente a una realidad que vi cuando trabajaba con niños especiales. Cuando trabajaba con niños especiales en Los Ángeles veía como muchos padres de familia no les tienen paciencia a sus hijos, eran indiferentes con ellos y en muchos casos los cuidaban demasiado por solo ver sus limitaciones. Aquí en Manuel Duato vi un mundo muy diferente. Podía ver a unas madres que veían a sus hijos con un amor tierno y sincero. Madres que veían a sus hijos como seguramente Maria veía a su hijo Jesús. Un caso me llenó los ojos de lágrimas en donde una madre estaba trabajando con su hijito. Tenía a su hijo sobre un balón y el niño lloraba. Estos ejercicios les ayudan a los niños muchísimo y son por su bien. Esta madre lloraba por su hijo y me dijo “disculpe, pero lloro porque no sé si mi niño siente dolor o no, pero sé que es por su bien.” ¿Cuántas veces nosotros como padres nos duele ver a nuestros hijos llorar o verlos sufrir? Quisiéramos inmediatamente correr a ayudarlos, pero muchas veces les hacemos más daño por no dejarlos vivir y aprender de sus experiencias. A un lado de esta madre estaba otra madre que también tenía a su hija sobre un balón y le hacia sus ejercicios y le dijo a la madre que lloraba “mi hija estaba igual la primera semana, pero ahora le gusta mucho venir a sus terapias y ha mejorado bastante, igual yo lloré y sufrí con ella, pero ahora las dos gozamos estos momentos.” Fue en este momento que aprendí que Manuel Duato es mucho más que una escuela. . . es una familia donde todos se ayudan unos a otros.

Ya casi terminaba mi día de visita en este lugar cuando fuimos a ver una clase con adolescentes sordo mudos. Ellos leían mis labios para entender lo que yo decía. Yo le pregunté a una niña, ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Y me contesto como pudo, “voy a ser doctora”. Su mirada se fijó en la mía y fue ahí donde escuché que Dios me hablo y me dijo “estas aquí para darle voz a los que no tienen voz,” e inmediatamente después los niños comenzaron a rezar el Padre Nuestro con sus manos. Este lugar me hizo ver y escuchar a Dios en una manera muy especial. Dios me hizo ver que Él está vivo y presente entre el sufrimiento de su pueblo y depende de personas como tú para aportar y ser parte de este milagro que ayuda a personas a recuperar su dignidad y vivir una vida plena y llena de amor.

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