Navidad Lejos de Casa

Navidad es un tiempo de paz y felicidad en compañía de la familia, pero la Navidad del 2020 durante la pandemia del coronavirus tuvo un giro muy disruptivo en una única pero significante experiencia navideña no únicamente para mí sino para todos nosotros. El cambio extra para mí fue que era mi primera Navidad en misión, lejos de mi hogar en Tonga. Las restricciones de reuniones, el toque de queda en la noche, la limitación de asistencia en la iglesia, el usar la máscara y los escudos faciales y la distancia social, todo esto se añadió a la “extrañeza¨ de la Navidad.

El solo pensar de vivir con restricciones durante la Navidad por causa de la pandemia podía muy fácilmente causarle a muchos sentirse ansiosos, enojados, o indefensos, y yo también, pude haber reaccionado con esos sentimientos. La Navidad durante estas circunstancias restrictivas propiciaron sentimientos de tristeza dentro de mí porque, no solamente estoy extrañando a mi familia, pero también el hecho de no haber podido celebrarla de la manera habitual, sino también poniendo el dedo en la llaga.

Sin embargo, necesito ir más allá de las cosas que están bajo mi control. Esto me condujo a reflexionar profundamente sobre la razón por la que estoy aquí en la misión. Encontré las palabras del Papa Francisco acerca de la Navidad muy confortantes, Dios no le da a nadie un regalo que no sea capaz de recibir. Si nos da el regalo de la Navidad, es porque todos tenemos la capacidad de entenderlo y recibirlo. Estas palabras me hicieron darme cuenta de que todavía existen para mí muchas maneras de buscar y encontrar a Dios para que mi Navidad sea más significativa.

Las celebraciones navideñas que he experimentado en Cagayan de Oro me han dado una profundización en la espiritualidad de las Filipinas que se expresa de muchas maneras. He experimentado algunas de ellas, como el Simbang gabi, una Novena de Misas por nueve días antes de Navidad o la Misa de la aurora, que es muy concurrida. He sido testigo de las familias asistiendo juntos a la Misa y la Noche Buena en donde la mayoría de las familias permanecen despiertos durante la Vigilia de Navidad. Me di cuenta del amor que los filipinos tiene por cantar con karaoke, su abundancia en la preparación de la comida, sus palpables obsequios, todo lo cual tuvo lugar mientras eran conscientes de las restricciones de la pandemia. Creo que estas son unas pocas de esas muchas costumbres y prácticas entre los filipinos, pero me dejan con la impresión de que mantienen un espíritu positivo aún en medio de la pandemia.

Una vez le pregunté a un chofer de taxi, “hermano mayor, ¿cómo te sientes acerca de la Navidad este año?” Me sorprendí con su respuesta. Me dijo, “estoy feliz y todavía agradecido porque mi familia está completa. Los problemas no nos impiden celebrar la Navidad, si hay pandemia o tifones, nosotros los filipinos encontramos la manera de recobrarnos”. Su respuesta en verdad me conmovió y despertó en mí una comprensión de que el trabajo de Dios se manifiesta de diferentes maneras. Aún durante una pandemia mundial mientras celebraba mi primera Navidad lejos de casa, logré recobrar mi espíritu Navideño empleando el tiempo con las personas que he conocido durante mi misión.

Sin embargo, he aceptado que la Navidad en un nuevo lugar nunca será igual a la que celebramos en Tonga. Habiéndome dado cuenta de mis sentimientos iniciales de tristeza y habiendo sido llevado hacia lo esencial más allá de mi tristeza, hizo mi primera Navidad en misión agradable y significativa, aún durante la pandemia. Siendo capaz de experimentar la novedad de todo, nuevos compañeros, nuevos lugares, nuevas experiencias, nuevas tradiciones ha sido el más precioso regalo que jamás haya recibido en la Navidad. Tuve una Navidad Bendecida después de todo.

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