De ateísmo a misión

Un saludo a todos desde Omaha, Nebraska. Soy Juan Carlos Garcia y trabajo como Director de Ministerio Hispano con los Misioneros Columbanos. 

Nací en Guadalajara, Jalisco y mis padres emigraron a los Estados Unidos cuando yo apenas tenía un año. Fui criado en el Este de Los Ángeles y me tocó vivir muchas experiencias difíciles rodeado de pandillas, drogas y violencia. A los seis años, la vida me sorprendió con la muerte de mi mejor amigo a manos de una de las pandillas y no podía entender porque estas cosas sucedían. Viviendo en esta realidad, muchos optan por unirse a las pandillas o caen en las drogas…yo opté por los libros y los estudios y ahí me sumergí. Pasé la mayor parte de mi vida cuestionando la existencia de Dios, pero lo hice de tal manera que mis padres y familia no lo sabían. 

Cuando llegué a la universidad, mi camino hacia la verdad comenzó. Mi pasión por la filosofía, el arte y la música me llevaron a estudiar el arte cristiano. Fue ahí donde comencé a cuestionar la fe de estos artistas y eso me llevó a cuestionar mi propia vida. Mis preguntas me llevaron a buscar algo que no podía describir…ese algo era Dios. 

Por “Dioscidencia” (no fue coincidencia), terminé en la iglesia de San Juan de Dios en Norwalk, California. En plena misa, caminé por los pasillos tomando notas y al terminar la misa me invitaron a un grupo de jóvenes. Este grupo juvenil fue donde comenzó mi misión. Ahí conocí a mi ahora esposa y serví como líder y director de coro por 16 años. 

Al mismo tiempo que el Padre Columbano Diego Cabrera llegó a mi parroquia, comencé a escribir música católica. La música nos ayudó a construir una muy buena amistad que me encaminó hacia una oportunidad de trabajo. Los Columbanos me ofrecieron un puesto como diseñador y programador para el Ministerio Hispano Columbano, pero era necesario mudarme de California con mi familia a una ciudad desconocida en una etapa muy difícil de mi vida. Pero mi esposa me recordó que, “en nuestro camino de fe, debemos confiar en Dios y dejarlo navegar nuestra barca.”

No me sentía capaz de trabajar junto a misioneros. ¿Cómo podría servir a Dios una persona que fue atea y que cuestionó a Dios por tanto tiempo? Yo no tengo nada. Pero leyendo sobre Oscar Romero, descubrí una frase que aclaro mis dudas: “¡Con Tu todo y con mi nada haremos mucho!”

Llevo varios años trabajando junto a los Columbanos, ya sea en la revista o en la página web y no lo cambiaría por nada del mundo.

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