Recordando al Dr. Martin Luther King, Jr.

Una túnica sin costuras hecha de misericordia: La Comunidad Amada en la visión del Dr. Martin Luther King, Jr.

"El fin es la reconciliación; el fin es la redención; al final es la creación de la Comunidad Amada por Dios. Es este tipo de espíritu y este tipo de amor que puede transformar oponentes en amigos. Es este tipo de comprensión y buena voluntad que va a transformar la profunda oscuridad de la vieja era a la alegría exuberante de la nueva era. Es este amor que hará milagros en los corazones de los hombres".
Dr. Martin Luther King, Jr.

Esta semana celebramos el cumpleaños del Dr. Martin Luther King, Jr., quien fue asesinado el Jueves Santo, 4 de abril de 1968. El fue un pastor, profeta y mártir que compartió una profunda compasión por los pobres, los oprimidos, los excluidos. Tuvo una profunda pasión por la justicia y vivió el compromiso de defender y proteger a los más vulnerables al punto de arriesgar y dar su vida. Tuvo un profundo amor por el Evangelio, las Bienaventuranzas, y la Iglesia.

El Dr. King habló a menudo de la Comunidad Amada, por la que se refería a "una visión global en el que todas las personas puedan compartir las riquezas de la tierra." A menudo hablaba de "los trillizos gigantes: la pobreza, el racismo y el militarismo" como barreras para la Comunidad Amada y nos instó a reemplazar a todas las formas de racismo y exclusión con un espíritu inclusivo de hermandad y fraternidad.

Hoy, al conmemorar la vida del Dr. Martin Luther King, Jr., estamos más conscientes de los retos que enfrentamos como pueblo para dar testimonio de la misericordia y la justicia de Dios en el mundo. La túnica sin costura hecha de misericordia y compasión abarca las víctimas de la violencia armada en nuestras ciudades, los refugiados que huyen de la violencia de pandillas en Centroamérica, y los refugiados que huyen de la guerra en Siria.

El año pasado, hemos sido testigos de la violencia armada en nuestras ciudades y cientos de ciudadanos desarmados, principalmente americanos africanos, han sido asesinados por agentes de la policía. Hemos sido testigos de millones de refugiados sirios huyendo de una guerra que ya ha desplazado a la mitad de la población y en la que han muerto ciento de miles de personas. Y hemos sido testigos de decenas de miles de menores de edad y de familias que huyen de la violencia en El Salvador, Honduras y Guatemala y cruzan la frontera entre Estados Unidos y México pidiendo asilo.

Casi 50 años después de su martirio, el Dr. Martin Luther King Jr., sigue ofreciéndonos un desafío, y dándonos una respuesta y un modelo de lo que podemos y debemos hacer. En la noche antes de su muerte, ante una multitud desbordante en Memphis que había venido a apoyar la huelga de los trabajadores de saneamiento afroamericanos, el Dr. King les recordó la parábola bíblica: el Buen Samaritano.

En esa parábola, el sacerdote y el levita ven a la víctima en el borde del sendero, pero siguen su camino. Sólo el samaritano, un excluido y un enemigo, se detuvo a ayudarle. "La primera pregunta que el sacerdote y el levita se preguntaron fue: 'Si me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué será de mí?" Pero entonces el buen samaritano se acercó. Y él invirtió la pregunta: "Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué va a pasar con él?" Esa es la pregunta, y ese es nuestro desafío de hoy.
Claramente, podemos hacer más. Podemos pedir el fin de la violencia armada en nuestras ciudades. Podemos pedir el fin a las redadas de inmigrantes y la deportación de las madres y los niños. Podemos abrir nuestras fronteras y nuestras comunidades para muchos más refugiados sirios. Todos somos parte de una sola túnica de misericordia, tejida en muchos colores. Todos vivimos en un hogar común.

En las palabras del Papa Francisco: "Siempre que cualquier minoría es perseguida y marginada debido a sus convicciones religiosas o identidad étnica, el bienestar de la sociedad en su conjunto está en peligro".

El Dr. King concluyó su narración de la parábola del Buen Samaritano con un reto a todos, palabras que serían entre las últimas que pronunciaría en esa noche crucial en Memphis en 1968, palabras que haríamos bien en prestar atención: "Levantémonos esta noche con mayor prontitud. Levantémonos con  mayor determinación. Sigamos adelante en estos días heroicos, estos días de gran desafío y hagamos de Estados Unidos lo que debería de ser".

Esa es la tarea a la que estamos llamados:

  1. Oponernos a los trillizos gigantescos del racismo, la pobreza y el militarismo.

  2. Solidarizarnos con las víctimas, los refugiados y los inmigrantes.

  3. Esforzarnos en formar la Comunidad Amada a la que el Evangelio, las Bienaventuranzas y nuestra fe nos invitan y llaman a construir.