Dejen que los niños vengan a Mí

“Para mí, la vida comenzó a los 40” se ríe el Padre Tony Coney, recordando cómo llegó a Lima en su cuadragésimo cumpleaños. Además, era el 30 de agosto, providencialmente el día de la fiesta de la patrona de la ciudad, Santa Rosa de Lima. El Padre Tony vino como un hombre con una misión.

Por años había soñado con montar un proyecto para ayudar a niños necesitados. Sin embargo, su interés en niños desfavorecidos viniendo de un sacerdote recién ordenado trabajando en su nativa Belfast a principios de la década de los noventa, donde la pobreza y violencia de los “problemas¨ norirlandeses habían pasado factura, especialmente a los jóvenes.

Tony estaba también inspirado por los escritos del pionero educador escoceses Alexander Sutherland Neill quien, en su obra maestra “Summerhill”, había abogado por un enfoque completamente nuevo para criar a niños “difíciles”. “La idea era que a esos niños se les diera libertad, un margen para la autoexpresión. “Esto realmente resonó en mí,” recuerda el Padre Tony.

En Perú se encontró en una enorme parroquia en las afueras del norte de la capital, donde los barrios de las chabolas se extendían sin cesar sobre las colinas estériles. Aquí, los niños sufren de mala alimentación, mala vivienda, mala educación, en resumen, todo es pobre.

La oportunidad del Padre Tony llegó en 1997. “Una casa se puso a disposición. La compré con el dinero de mi ordenación.” La convirtió en un centro de día para jóvenes necesitados. “Empezamos con seis voluntarios y aproximadamente 100 niños. A los pocos meses, teníamos 300 niños. Después de un año, tuvimos que extendernos. Ayuda Irlandesa pagó por la extensión.”

El Padre Tony también aumentó los servicios ofrecidos, empleados psicólogos, terapistas del habla y trabajadores sociales. Éste último contó con un “escritorio de defensa” para atender a los niños en riesgo. “Hoy en día recibimos 400 niños por día, de una participación semanal de 1,200.” En cuanto a las actividades cotidianas, el Padre Tony a adoptado el “Sistema A. S. Neill.” Los niños hacen lo que ellos quieren: arte y manualidades, juegos, tarea, lectura, teatro, música, danza, computadoras, de todo. Los niños tienen la oportunidad de SER niños, sin adultos que les digan lo que tienen que hacer.” En cambio, los propios niños se reúnen para ponerse de acuerdo sobre sus propias normas y reglas.

El Padre Tony lo llamó, “El Centro de Niños de Santa Bernardita.” ¿Por qué elegir a Santa Bernardita? “Después de comprar la casa, no tenía dinero para renovarla, así que escribí a mi parroquia natal en Belfast: Santa Bernardita. La suya fue la primera donación que recibí, así que, adopté su nombre.”

Desafortunadamente, desde el principio, había un problema que tal vez molestaba al Padre Tony más que a cualquier otro, y era el feo asunto del abuso sexual infantil. Pronto quedó claro que esto era abundante en el área. Peor aún, el abusador frecuentemente vivía bajo el mismo techo que el niño. “El tema era ‘tabú’, y nadie quería escuchar. Mientras tanto, los niños permanecían en situaciones abusivas”.

Consecuentemente, “surgió la idea de que necesitábamos un hogar residencial, donde los niños pudieran ser separados de la situación y recibir terapia hasta que se pudiera resolver de manera legal en la familia.” Y así fue como nació un segundo centro, “La Casa de Santa Bernardita”, con capacidad para atender a 36 jóvenes.

“Ahora las actitudes han cambiado”, explica el Padre Tony. “Las personas están más conscientes del problema y está abierta a hacer algo al respecto. Trabajamos con el gobierno. Son ellos los que nos remiten los casos. Todavía nos encontramos con resistencia, por ejemplo, de la policía, pero es ahí donde entra nuestro despacho de defensa. Más o menos los obligamos a actuar”.

Mientras tanto, el “Programa de Protección Infantil de Santa Bernardita” busca combatir la amenaza de abuso infantil en la comunidad en general. “Vamos a las escuelas, damos cursos de formación a los alumnos, maestros y padres, conseguimos que establezcan equipos de protección”. Hasta ahora han ido a unas 30 escuelas y preparado miles de niños. “En 2019, llegamos exactamente a 10,016 niños”, añade el Padre Tony con orgullo.

Pero, a medida que abordas un problema, aparece otro. El equipo del Padre Tony rápidamente notó que muchos de los jóvenes en el centro de día mostraban dificultades de aprendizaje, no necesariamente porque no fueran brillantes, sino por las dificultades emocionales que estaban experimentando en casa. Este conocimiento movió al Padre Tony a fundar una tercera instalación, “Escuela de Recuperación Santa Bernardita”.

Aquí, él explica, los niños pueden, “atender por un año más o menos, llegar al estándar y volver a la educación general, dado que a menudo han sido expulsados del sistema estatal por sus bajas calificaciones”. Hasta 120 alumnos a la vez gozan de los beneficios de esta iniciativa.

Haciendo un balance después de más de 25 años, el sueño del Padre Tony se ha realizado en la forma de tres centros, 65 miembros de personal y un programa de alcance de protección infantil, casi todos financiados por donantes extranjeros (muchos de los cuales son lectores de la revista Misión Columbana). Él dice que la prioridad ahora es, “sostener todo esto”. La meta es hacerlo permanente. ¡Hemos logrado mucho pero aún queda camino por andar!”

La vida del Padre Tony puede haber empezado a los 40, pero muchas personas en Lima esperan que continúe por mucho tiempo.


El Padre Columbano John Boles escribió este artículo, y el seminarista Columbano Atonio Saulo Seeto proporcionó las fotos. Ambos viven y trabajan en Perú.