La Terminal (The Terminal)

Reseña
Calificación de Reseña
Resumen
Soy fan de Tom Hanks y su facilidad de llevarte por mil emociones en una sola historia.
Sabe ser chistoso, entrañable, frustrante, inspirador, admirado, ingenuo… todo, todo lo que tu corazón necesite al ver una película, él te lo puede ofrecer.
Fecha de lanzamiento
Duración
2h 8m
Director
Steven Spielberg
Elenco

Tom Hanks
Catherine Zeta-Jones
Stanley Tucci
Chi McBride
Diego Luna
Zoe Saldana

Reseña INCLUYE spoilers

Reseña

Esta película me gusta muchísimo y es una de mis favoritas de él. Debe ser por el tema de los aeropuertos. He pasado tantas horas en ellos y estoy convencido de que son lugares que tienen su propia magia. Apenas te encuentras dentro de uno y todo tu cuerpo entra en un estado de alerta; tus emociones comienzan a recorrer cada parte de tu ser.

Llega la excitación de una nueva aventura, pero también la añoranza de lo que estás a punto de dejar. No importa si es por unos días o por años, es casi una regla implícita, salir de viaje te provocará por lo menos un suspiro.

Y es genial ver cómo una historia tan compleja se desarrolla dentro de un solo lugar como éste, porque miles de personas entran y salen de un aeropuerto cada día y claro, son miles las historias que se cruzan por sus pasillos, que esperan en sus salas y crecen en sus filas. Muchas veces los aviones solo están llevando al resto de nuestro cuerpo a aquel lugar en donde ya se encuentra nuestro corazón. Sin duda alguna, cada historia se enriquece con los kilómetros que se han recorrido para contarla.

•Viktor (el personaje de Tom Hanks) llega a Nueva York para cumplir una promesa que le hizo a su padre. Viene de un país muy pequeño y parece que llegar a una de las ciudades más grandes e importantes del mundo es toda una hazaña. Lamentablemente, mientras el volaba rumbo a la gran manzana, en su país se desataba una guerra civil. Cuando llega al aeropuerto su país ya no existe, y, por lo tanto, su visa es inválida para entrar al país.


Mis tres momentos de la película

1 - El primer encuentro con el director del aeropuerto.
¿Les ha pasado que quieren explicar algo y no encuentran las palabras para hacerlo?
Quizá intentaban describir el sabor de una comida muy rica, o de cómo los hizo sentir una película.
Y por esa falta de claridad en las palabras, tratas de dar ejemplos de otras ocasiones en las que te has sentido igual para ver si de esa forma logras que entiendan lo que quieres decir.

Imaginen cómo se pudo sentir Frank (el director del aeropuerto) cuando no podía darse a entender al explicarle a Viktor que no podía entrar al país.

Sí, es frustrante no poder comunicar lo que quieres decir. Pero creo que es más frustrante que, aunque no nos entiendan lo que intentamos decir, sigamos intentando decirlo de la misma forma.

En este caso Viktor no tiene la culpa de nada de lo que está pasando. Él se preparó en la medida de lo que podía esperar. Tenía algunas respuestas en inglés memorizadas y no se salió de su plan.

Para mí, Frank es el que actúa completamente irracional. Y para mi incomodidad, me logré identificar con él bastante.
No es que yo haya trabajado dirigiendo un aeropuerto claro.
Pero, me detuve a pensarlo un poco y creo que lo que sucedió entre esos dos personajes es muy similar a lo que sucede entre un creyente y un no creyente cuando tratamos de “evangelizar” a esta persona.

Imaginemos que tenemos frente a nosotros a algún amigo no creyente, el Viktor de nuestra situación, y tú y yo somos el creyente que lo quiere evangelizar, somos el Frank del ejemplo.

Primero que nada, queremos hacerle saber lo que ha sucedido. Es algo de lo que esta persona no tiene la culpa, quizá ni enterado estaba de que había sucedió algo.
Es algo alarmante, tan así que nosotros nos sentimos obligados a no dejarlo seguir adelante con sus planes.
Y lo que hacemos es simplemente decírselo con nuestras palabras, con los términos que conocemos, sin importarme que para ella o él todas nuestras palabras suenen completamente desconocidas.
Literalmente parece que le estamos hablando en otro idioma.

Porque para nosotros los creyentes, aunque no lo entendamos del todo, nos es muy normal hablar de “la misericordia de Dios”, de “la vida eterna”, del “pecado y la gracia” y de un montón de cosas más que fuera del contexto de la fe pueden sonar sin sentido o completamente desconocidas para muchas personas.

Y ahí estamos, igual que Frank, desesperados y frustrados porque Viktor no entiende lo que le decimos; hasta podemos llegar a ofendernos o incluso burlarnos de su falta de entendimiento.

Nuestra posición de saber y conocer la situación de forma más “completa” por decirlo de un modo a veces nos lleva a dejar de ser caritativos. Perdemos de vista que primero está nuestra responsabilidad de dar a conocer la situación y queremos que el primer responsable sea “Viktor” y que entienda las cosas sin que nos tengamos que detener a buscar una mejor forma de explicarlo.

Incluso a veces no nos damos cuenta de que lo que para nosotros es la mejor forma de explicarlo puede dejar un mensaje completamente equivocado.
En la película pasó que Frank intentó explicar la situación con una manzana aplastando una bolsa de frituras. Pero Viktor pensó que la manzana representaba a EUA y la bolsa de botanas era su país, y lo que entendió fue que EUA estaba en guerra con Kracozhia.

Eso también nos pasa. Queremos explicarle a alguien que Dios nos ama tanto que nos ha regalado una guía para vivir de una forma en la que podamos mantenernos lo más cerca de él que podamos. Y lo que damos a entender es que si no viven como nosotros queremos Dios los va a condenar.

Y eso nos pasa porque nuestra forma de comunicarlo ya sea en redes sociales o en persona, hace que quien recibe el mensaje entienda las cosas de una forma diferente.

Queremos que las personas se sientan amadas por Dios, pero les aplastamos sus papitas con nuestra manzana en su cara señalándolos de pecadores.

 

2 - La oportunidad de pedir asilo político
Frank, el director del aeropuerto, le ofrece a Viktor la oportunidad de pedir asilo político en EUA. 
Parece una excelente idea. Todos se emocionan porque por fin la situación de Viktor se va a resolver. 

Uno como espectador hasta se siente parte de ese logro. La única condición que le ponen a Viktor, es que oficialmente declare que tiene miedo de volver a su país. Y ahí se complica la cosa. Viktor es incapaz de decir eso.

Y aunque Frank le insiste en que no importa si lo cree de verdad, que solo debe decirlo para que oficialmente pueda tramitarse ese permiso, Viktor no cede.
Él ni siquiera puede concebir la idea de temer volver a su país.

Elegí este como uno de “mis momentos” en la película porque me recordó una lucha constante que tenemos cada uno de nosotros en nuestra vida espiritual.

Quizá conoces el pasaje bíblico en el que el demonio tienta a Jesús en el desierto.
Primero lo tienta para que convierta las piedras en comida, luego lo tienta para que salte del templo y dé un signo mesiánico al ser salvado por los ángeles, y al final lo tienta ofreciéndole el poder sobre todo el mundo.

Las 3 tentaciones se resumen en satisfacción, reconocimiento y poder. 

Y si no lo habían notado, poniendo un poco más de atención a esta escena, con riesgo de parecer que estamos forzando un poco las cosas, pero a mi me parece que Frank utiliza las mismas tentaciones con Viktor.
Primero intentó ofrecerle satisfacer su hambre con algo de comida pensando que Viktor llevaba días sin comer. Para su sorpresa Viktor rechaza el plato que le ofrecen ya que está satisfecho.

Luego, le dice que lo puede presentar ante un juez para que lo reconozcan como un candidato a ofrecerle asilo político.
Aquí Viktor no rechaza como tal la oportunidad, pero me encanta como deja ver que es él quien tiene el control y no los encargados del aeropuerto al hacerles una broma fingiendo que no está tan interesado en la idea.

Y al final viene la tentación del poder.
Le ofrecen poder salir del aeropuerto, poder visitar la ciudad de Nueva York esa misma noche.
¿A cambio de qué?
De aceptar algo que no era verdad.

Puede parecernos una tontería. Aparentemente no le costaba nada decir que tenía miedo de volver a su país para lograr el permiso de salir del aeropuerto aun cuando no fuera verdad.

Pero él no está en disposición de decir una mentira sobre su país. No piensa en mentir sobre algo que ama tanto.
Esa convicción de defender en todo momento sus principios es lo que me encantó de esta escena.

Tu y yo podemos vernos en situaciones muy similares muchas veces en nuestra vida, en las que se nos presente la tentación de conseguir un beneficio inmediato a cambio de rechazar nuestros principios y valores, aunque sea en apariencia.
Una mejor calificación, un aumento de sueldo, una invitación a algún evento, una cita con alguien que nos interesa.
Y podemos pensar que fingir que nuestros valores no nos importan por un momento no tiene nada de trascendente.

Pero volvamos a hacer un análisis pequeño sobre la situación de Viktor.
Frank le propuso que aceptara el trato de tener un juicio para recibir asilo político, pero ese juicio se tardaría hasta seis meses, así es que se verían obligados a dejar libre a Viktor en la ciudad hasta que tuviera su juicio. Incluso él le da a entender que Viktor podría aprovechar para no presentarse al juicio y quedarse como inmigrante en el país de forma indefinida.

Pero imagínense que Viktor hubiera aceptado la oferta.
Sus planes de pasar unos días en Nueva York habrían quedado a tras y ahora, como mínimo pasaría 6 meses fuera de su país. Y en el caso más extremo se habría vuelto un inmigrante con una nueva vida lejos de su hogar. Todo por aceptar un acuerdo que en primera instancia sonaba bien.

Y de la misma forma nos puede pasar a nosotros cuando aceptamos renunciar a nuestros principios por un acuerdo que parece inofensivo en un inicio.

Sí, quizá mi vida no cambie drásticamente de un momento a otro si acepto pasarme una luz roja mientras conduzco con tal de llegar a tiempo a un compromiso social.
Pero si lo hago una vez, se me hará más fácil hacerlo dos veces.
Y si lo hago dos veces será mucho más fácil que en poco tiempo me parezca normal pasarme las luces rojas cada que puedo.

Y esa sensación de comodidad momentánea que me ofrece satisfacción, reconocimiento y poder puede volverse una bola de nieve que se convierta en una avalancha que derrumbe muchos de mis principios.

Se que parece una exageración, pero créeme, la corrupción de los principios, por más pequeños e insignificantes que sean es tan capaz de evolucionar en hábitos que derrumben toda una vida como las termitas, unos pequeños e insignificantes insectos son capaces de derrumbar toda una casa. 

3 - El pase por un día
Después de tantas aventuras, Viktor recibe una gran ayuda de Amelia, la chica que conoció en el aeropuerto y con al que parecía comenzar a construir una relación.
Las circunstancias políticas se acomodan, Viktor recupera su nacionalidad y Amelia le consigue una visa por un día, así es que, por fin, de forma legal podrá salir a Nueva York sin problemas.

En medio del festejo junto a todos sus amigos del aeropuerto, se acerca a Amelia para pedirle que lo acompañe a la ciudad. Pero ella, con lágrimas en los ojos solamente se aleja recordándole que le había dicho que se alejara de ella, que no le convenía estar con ella.

Amelia tenía una relación con un hombre casado, y como era de esperarse, siempre terminaba sintiéndose poco valorada por él.
Viktor le ofreció una nueva realidad. Le ofreció una relación en la que ella iba a ser apreciada como se lo merecía. En la que le iban a dar su lugar correcto. En la que no tendría que ser “la otra” de nadie ni estar escondiéndose de nadie.

Y a pesar de que tuvo la oportunidad de conocer esa “nueva vida”, al final prefirió no arriesgarse. Prefirió dar un paso atrás y volver a esa vida en la que no era feliz, en la que no le daban su lugar como se lo merecía y en la que simplemente no la valoraban por lo que realmente era.

Este momento de la película me parece determinante porque esa es otra tentación a la que estamos expuestos cada uno de nosotros.
La tentación de dar un paso atrás y quedarnos en la vida que teníamos antes aun después de conocer la nueva vida que Dios nos ofrece.

Quizá ya viviste un retiro, o un campamento.
Quizá tu experiencia de esta nueva vida fue muy corta y solo pudiste echarle un vistazo a la alegría con la que otros viven, o probablemente ya tienes una gran experiencia viviendo en comunidad con gente de tu parroquia.
A lo mejor estás en ese proceso justo ahorita, o fue hace muchos años ya.

No importan las circunstancias ni tiempos en los que pudiste conocer esa nueva vida. Si ya la conociste sabes que en este mundo hay un lugar en el que se te valora tal cual eres. En el que no se te pone detrás de nadie. En el que no debes fingir ser algo que no quieres ser. En el que se te acepta a pesar de tus errores pasados, presentes y futuros.
En el que tu historia no se usa para juzgarte negativamente, sino que se acepta como parte de un proceso de crecimiento.

Ese lugar es a un lado de Dios.

En la película vemos como Amelia no fue capaz de dar el paso hacia adelante. No se atrevió a salir de ese lugar “cómodo” para entrar en una vida diferente.
Tu y yo no debemos rendirnos ante la comodidad. Si ya conociste ese lugar en el que puedes ser tu mismo y saberte amado así, no renuncies a él por miedo, flojera o comodidad.

Debemos trabajar para no ser de esas personas que ayudan a ser felices a otros y no nos atrevemos a ayudarnos a ser felices nosotros mismos.


Conclusiones
Es difícil traducir todo lo que me hace sentir esta película en algunas palabras. Pero creo que una de las grandes enseñanzas que me ha dejado es el aprovechar nuestra situación.
Aunque seamos víctimas de algo que está fuera de nuestras manos, o que parezca que hay gente que se esmera en hacernos la vida imposible, aprovechemos nuestras circunstancias.
Si hay un sueño que vivir en nuestro corazón todo lo que suceda en el camino es parte de ese sueño.

No veamos las cosas como algo que nos impide vivir nuestro sueño, todo es ya es parte del sueño. Ya lo estamos viviendo a través de esas dificultades.

Y algo muy importante que quiero que no perdamos de vista: confiemos en los planes y tiempos de Dios. Todo a su tiempo. Así como el personaje de Tom Hanks no se escapó del aeropuerto cuando le dieron la oportunidad, sino que espero a que todo se hiciera de la forma correcta; así seamos nosotros, esperando a que las cosas se acomoden de la forma correcta para eso que estamos planeando y esperando que suceda.