La oración, una manera para crecer en la relación con Dios

Durante mi primer año en el seminario, hubo un énfasis en aprender a relacionarse profundamente con uno mismo, con los demás y con Dios. Si bien hubo algunos estudios académicos, no teníamos asignaciones escritas. En cambio, hubo oportunidades para reflexionar sobre los hábitos personales, participar en ejercicios de grupo de reflexión, y practicar diferentes formas de oración. Aprendí que la oración es una manera de crecer en la relación con Dios, y que mi manera de relacionarme con Dios refleja mi manera de relacionarme con los demás. A finales de ese año, sentí que había ganado una comprensión profunda de la oración.

Durante mi segundo año, mientras que la oración seguía siendo importante, hubo un mayor énfasis en los estudios académicos. Por otra parte, me involucré en diversas actividades, especialmente en el teatro universitario. A medida que avanzaba el año, sin embargo, se hizo difícil equilibrar las diversas demandas de mi tiempo y energía. Luego las cosas fueron de mal en peor cuando un compañero de estudios que había acordado hacer trabajos de carpintería para la puesta en escena de una próxima actuación, renegó de su compromiso.

Con sólo tres semanas hasta la noche de la inauguración, había pocas opciones disponibles para solucionar la crisis. Un amigo y yo - ambos con conocimientos rudimentarios de carpintería - nos pusimos a trabajar. Cada momento libre entre clases, la pasamos en el taller, en la construcción de la escenografía. Gracias a nuestra buena fortuna, en lugar de nuestras habilidades como carpinteros, la puesta en escena se completó justo a tiempo para la noche de apertura. Durante esas semanas, sin embargo, mientras que mi amigo y yo habíamos asistido a la Misa diaria y la oración comunitaria, no habíamos dedicado tiempo para la oración personal.

Unos días después de terminada la actuación, tenía una cita con mi directora espiritual. Sin embargo, decidí posponer nuestra reunión desde que sentí que no tenía nada que hablar con respecto a la oración. Ella inmediatamente me preguntó por qué mi vida estaba tan ocupada. Cuando le hablé de los trabajos de carpintería, ella me preguntó si había hablado con Jesús al respecto. "No, él no estaría interesado", fue mi respuesta inmediata. Con una mirada de asombro en su rostro, ella preguntó: "¿No crees tú? ... ¿Qué hizo durante varios años antes de convertirse en un misionero?"

Me quedé sin habla. ¡Me sentí como si hubiera sido golpeado con un martillo en la cabeza! Entonces, me di cuenta: Jesús entendió diferentes tipos de madera, trabajó con varias herramientas, se había convertido en un hábil artesano... y se encontró con su Padre a diario en el taller.

Veinticinco años más tarde, con frecuencia me recuerdo a mí mismo, que mi oración será superficial, a menos que yo crea verdaderamente que Jesús está interesado ??en todos los aspectos de mi vida diaria.

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