Misioneros Corresponsables de Dios

Como cristianos, estamos llamados a ser felices, a buscar el reino de Dios. Solamente haciendo esto alcanzaremos la felicidad auténtica. Por ejemplo, en la oración que Jesús nos enseñó, el Padre Nuestro, dice… “venga a nosotros tu Reino”. Posiblemente nunca te has preguntado qué quiere decir esta pequeña frase pero su significado es muy importante para alcanzar el Reino de Dios. Al decir “venga a nosotros tu Reino”, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida todos los días y hacer crecer Su Reino mediante la Evangelización. Cuando hacemos esto, somos misioneros corresponsables de Dios.

Muchas veces al escuchar la palabra “misionero” solamente pensamos en sacerdotes, pero en realidad todos estamos llamados a ser misioneros. Somos llamados a evangelizar y llevar la buena nueva a las periferias de nuestro mundo. Te preguntarás, ¿Cómo puedo ser misionero o misionera si no puedo viajar?  Este es un mito sobre el trabajo de ser misionero. Un misionero no es solamente alguien que sale a países lejanos. Tú puedes ser misionero o misionera en tu casa y evangelizar a tu familia, amigos y vecinos.

En el momento que comienzas a trabajar tu misión desde tu hogar, eres corresponsable de Dios. Es decir, tú eres administrador o mayordomo de tu casa espiritual y tu trabajo es asegurar que tu familia vea a Dios en ti. Al ser corresponsable de Dios, asumes el reto de ser las manos y los pies de Dios en tu hogar.

Aunque parezca imposible, tú puedes ser misionero o misionera en tu hogar y hay tres cosas que debes cuidar para traer el Reino de Dios. Si no descuidamos estos tres puntos, muy pronto sentirás una gran alegría y gozo al poner tu pequeño granito de arena.
El primer punto a tomar en cuenta es el “tiempo”. Como corresponsables de Dios, debemos administrar nuestro tiempo a lo máximo pues el Espíritu Santo es orden. Al hacer esto debemos asegurarnos de balancear todos nuestros compromisos y asegurarnos de dedicarle tiempo de calidad a nuestra familia. Pero lo más importante al organizar nuestro tiempo y analizar nuestras prioridades, es el designar un tiempo para hablar con Dios. Muchas personas dicen que no pueden ser misioneros porque no tienen una fe muy fuerte, pero en realidad, la razón que les falta fe es porque no conocen a Dios de manera personal… no hablan con Dios. Por eso los misioneros de San Columbano piden a personas como tú a que se hagan patrocinadores de nuestras misiones. Al hacerte un patrocinador, tú te comprometes a orar por nuestras misiones y al mismo tiempo, mejorarás tú relación personal con Dios.

El segundo punto a tomar en cuenta para ser un corresponsable de Dios es usar tus “talentos”. Existen talentos con los que nacemos y talentos que cultivamos y aprendemos. No importa cuál sea tu talento, simplemente es necesario cultivarlo y compartirlo con tu comunidad, no solamente en tu hogar. Todos hacemos lo mejor que podemos dentro del hogar, pero no podemos olvidar que también debemos ser misioneros fuera del hogar. Tus talentos son las herramientas para poder ser misionero o misionera fuera de casa.
Analicemos el ser un corresponsable de Dios con el ejemplo de la cruz. Jesús murió en la cruz, y es el mejor ejemplo a seguir pues nos indica cómo ser misioneros. El madero vertical de la cruz nos conecta con Dios, nos lleva a ver la necesidad de conectar nuestra tierra con el cielo y Jesús nos muestra lo importante que es hablar con nuestro Padre a pesar de nuestras dudas y dolores.

El madero horizontal que clava las manos de Jesús nos lleva a ver la necesidad de conectarnos con los demás. El extiende sus brazos para abrazar a todos sin juzgarlos. Con este ejemplo, Él nos enseña a no solamente cuidar nuestra relación con Dios, sino que nos muestra la esencia de amar a nuestro prójimo. El buen manejo de nuestro tiempo es como el madero vertical que nos une con Dios y el usar nuestros talentos es como el madero horizontal que nos une al prójimo. Jesús tomo su cruz y ahora nos pide que nosotros también tomemos nuestra cruz y lo sigamos.

Como seguidores de María, no podemos ignorar ese momento en que Jesús le encarga su madre al más joven de sus discípulos. Nos muestra la importancia de pedir ayuda cuando no está en nuestra posibilidad hacer el trabajo nosotros mismos. Este es el tercer punto a tomar en cuenta para llegar a ser un corresponsable de Dios. Tenemos que ver nuestras limitaciones y compensarlas con nuestros “tesoros”. Por ejemplo, si trabajas dos o tres trabajos por necesidad y no tienes tiempo suficiente para realizar los otros dos puntos, este tercero se debe tomar en cuenta. La palabra tesoro se refiere a tus riquezas materiales o compensación monetaria. Muchas veces, el gran error que cometemos como cristianos es ver el Reino de Dios en la tierra con un punto de vista idealista y no realista. La realidad de nuestro mundo (el mismo mundo al que llego Jesús), es que requiere de una economía para funcionar. Por ejemplo, podemos decir, denle de comer a los hambrientos, pero nunca nos preguntamos, ¿Quién pagará por esa comida? La realidad es que se necesitan fondos para poder ayudar, no solamente manos y pies. Este punto es extremadamente importante para nuestros misioneros.

Los Misioneros Columbanos están enfrentando la realidad de cerrar misiones y dejar de ayudar al pobre en muchas áreas del mundo por falta de fondos y vocaciones. Es por esta razón que TUS tesoros son tan importantes para realizar y traer el Reino de Dios a nuestro mundo.
Muchos de nosotros venimos de países con mucha pobreza. La vivimos y no queremos que nuestros hijos vivan la misma pobresa… pero la mayoría de las veces olvidamos que dejamos a millones de personas atrás en un país que aún sigue viviendo en una pobreza indignante, mientras nosotros gozamos de lujos innecesarios. Seamos buenos ejemplos a nuestros hijos y ayudemos a misiones como la de los Columbanos para que nuestros hijos al ver nuestro ejemplo de ayudar a otros, los impulse a que ellos hagan los mismo cuando sean adultos.
En resumen, debemos ver el ser un corresponsable de Dios como el camino para alcanzar la felicidad. Si manejamos bien nuestro tiempo sin descuidar nuestra relación con Dios, si ayudamos a la comunidad compartiendo nuestros dones,  y si dividimos nuestros tesoros con obras de caridad que son más grandes que nosotros mismos, Dios nos llenará de una satisfacción que nos podría llevar a la santidad. ¿Por qué debo ser un corresponsable de Dios? Porque es mi manera de darle gracias a Dios por todo lo que me ha dado.

¡Tú puedes ser misionero o misionera corresponsable de Dios! ¡Dedícale tiempo a Dios, comparte tus talentos y ayuda a nuestros Misioneros Columbanos haciéndote un patrocinador!

Revista
Etiquetas