Un Misionero Entregado

Hace unos pocos años, el Padre Juan Colgan, misionero Columbano, decidió ir a Myanmar —país llamado anteriormente Burma— en respuesta al pedido hecho por la Diócesis de Myitkyina, la cual solicitaba un sacerdote Columbano para maestro de sus seminaristas.

A los 68 años de edad, el Padre Juan viajó a Myitkyina sin saber a ciencia cierta qué le esperaba; sólo le previnieron de la temporada de monzones y que debía llevar tabletas para combatir la
malaria.

Visité al Padre Juan el mes de enero del año en que se encontraba en Myanmar. Su vida era extremadamente sencilla, ya que la Iglesia Católica en Myanmar es tan pobre como el país mismo. Me sorprendió saber que la electricidad proporcionada por el generador eléctrico del templo sólo dura dos horas durante las noches. Tampoco hay agua caliente. Llueve cuatro meses durante la temporada de los monzones y nada se seca debido a la humedad. La temperatura media es de 95 grados.

El mejor recurso de la Iglesia local son sus fieles. Los kachines de Myanmar son una minoría étnica; entre ellos hay muchos cristianos, católicos y bautistas principalmente. El pueblo kachín es amable y acogedor, de una fe firme. Admiro al Padre Juan porque a pesar de haber podido elegir un retiro más cómodo, decidió ir a Myanmar a misionar una vez más.

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