Compartir el mensaje de la Resurreción

Nos regocijamos en el gran regalo de la vida, pero cuando avanzamos en edad este regalo es eclipsado por las experiencias de enfermedad, dolor y pérdida. La certeza de la muerte a menudo hace que se pierda el sentido de la vida.

Dios en Cristo Jesús ha respondido maravillosamente a esta oración. Jesús, movido por el espíritu, inauguró el Reino de Dios sanando, echando fuera espíritus malignos, llamando a la conversión y ofreciendo perdón y la comunión de amor a todos los que creyeron en su mensaje. Él se entregó a la voluntad de Dios en todas las cosas. Él soportó la oposición de sus líderes religiosos, sufrimiento físico, soledad y aún el sentido de ser abandonado por su Padre antes de morir.

Jesús vivió y murió en solidaridad con todos los seres humanos. Él elevó nuestra naturaleza humana perdonando y amando a aquellos que lo mataron. Resucitando rompió el poder de la muerte conquistándola. Jesús resucitando a una vida nueva y eterna nos entrega también a todos los que creemos en él esta maravillosa gracia.

Las mujeres fueron las primeras testigos de este milagro cósmico. Su increíble mensaje causó a Pedro y Juan salir corriendo para ver la tumba vacía. Maria Magdalena quiso aferrarse a su amado Señor. Tomás se negó a creer sin tener pruebas. Los apóstoles fueron paralizados por miedo y la duda hasta que Jesús demostró que él no era un fantasma. Al principio algunos no lo reconocieron pero la experiencia de su encuentro con el Cristo resucitado les cambió por completo. Se convirtieron en gente nueva. Encontraron una nueva vida.

Jesús resucitado trajo la paz, el perdón y una nueva creación. Esta fue una experiencia increíble del amor de Dios. Es una nueva alianza escrita en el corazón. La alegría y la maravilla de todo esto sólo pueden encontrar expresión en una misión que comparte esta esperanza y amor con los demás.

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