Biblioteca El Buen Pastor

La Biblioteca Buen Pastor fue formada hace 20 años por Cristina, quien escuchó un llamado para servir, ayudando a los niños de su comunidad que necesitaban ayuda académica o un lugar para aprender y estudiar. 

Ubicada en la frontera de México y Estados Unidos, la comunidad de rancho Anapra, en Juárez, tiene gente muy buena, con muchas carencias económicas y académicas, pero con mucha fe y esperanza en Dios y mi virgencita de Guadalupe.  Aunque nací en Durango, en el sur de México, cuando crecí emigré a Juárez en busca de trabajo y aquí me quedé hace más de 35 años. Tengo tres hijos y una hija, que ya son adultos y que me regalaron tres nietos cariñosos.

En el transcurso de mi vida, viví muchas experiencias malas. Con mucho esfuerzo, cursé la educación “primaria,” éramos muy humildes, vivíamos en pobreza extrema, así que para mi madre era mejor que trabajáramos para aportar dinero al hogar.

Conforme, fui creciendo y me di cuenta que la educación era muy importante en nuestras vidas, pues tener una carrera académica trae muchas y mejores oportunidades, un mejor trabajo, un mejor salario –por lo tanto, una mejor calidad de vida.

La educación es una parte esencial de nuestra vida, ya que forma el carácter, los valores, las costumbres, las raíces y nuestra esencia. Educar a nuestros niños desde pequeños, con fe, esperanza, respeto, disciplina y la importancia de la unión familiar nos hará mejores personas.

Mi juventud fue muy difícil, empecé a trabajar en una fábrica a los 16 años. Pasé de fábrica en fábrica buscando un mejor salario. Pero la verdad es que, sin una carrera académica, ganaría un salario muy bajo en cualquier lugar.

En la última fábrica donde trabajé por muchos años, tuve un accidente cuando la máquina de soldar explotó y mis manos fueron quemadas severamente por químicos, lo cual me dejó sin trabajo, y sin un salario para mantener a mi familia.

Fue en ese tiempo tan difícil, que Dios cambió mi vida. Llegaron personas muy importantes que fueron una gran bendición. La más importante de todas, mi querido amigo y Columbano, “el Padre Memo” (Padre Bill Morton). Cuando lo conocí, mi primer pensamiento fue que él era la única persona que podría apoyarme en mi sueño de crear la Biblioteca del Rancho Anapra.

Los desafíos del Rancho Anapra han sido muchos, primero luchar contra las maneras de pensar y las costumbres diferentes de los padres, pero siempre están dispuestos a escuchar cuando se les habla sobre la importancia de la educación de sus hijos. Parte de mi trabajo es explicarles el derecho que sus hijos tienen de ir a la escuela, que esta formación intelectual es necesaria para entender su mundo y realizar su propia dignidad humana y transformar su realidad.  Si conocemos nuestros derechos, podremos exigirlos y acabar con la corrupción, la injusticia, y la ignorancia.

El impacto que ha dejado y sigue dejando este proyecto es algo impresionante. Hay que ver con hechos los beneficios que pueden tener todos los niños, jóvenes, y adultos. Si nos educamos, tendríamos menos delincuencia, ignorancia, e injusticia. Cuando se abrió una nueva tienda grande en Anapra, los primeros en conseguir empleo eran alumnos y alumnas de nuestro proyecto. Muchas veces en mi vida cotidiana, yo puedo encontrar en las escuelas, hospitales y oficinas del gobierno, profesionales graduados de nuestra Biblioteca Buen Pastor.  ¡Gracias a Dios!

El Padre Morton fue y sigue siendo mi consejero, mi amigo, la persona más importante en mi vida, en mi trabajo, y en mi comunidad. Sin él, este proyecto no sería posible, pues él es quien hace posible la recolección de donaciones para poder realizar este trabajo bendito.

Varias veces me pide venir para bendecir la Biblioteca y los niños en fiestas importante como Navidad y Pascua.  Aunque los niños no todos son católicos, siempre ofrecemos formación y valores cristianos que pueden ayudar a los niños a mantenerse en el camino de Dios.

En septiembre del año 2018, tuve seis niños y niñas que querían recibir su primera comunión, pero sus padres no podían o no querían acompañarlos en el catecismo, entonces yo fui todos los domingos como madrina y el 9 de junio, tres de ellos comulgaron por primera vez. Fue una experiencia conmovedora para mí y mis niñitos.

Solamente resta dar gracias a Dios por el privilegio de servir en nuestro proyecto humilde de la Biblioteca Buen Pastor. Y, más que nunca, dar gracias a todos y todas las donantes de los Columbanos que nos ayudaron constante y generosamente hace más de 20 años. ¡No pasa ni un solo día en mi biblioteca y en mi corazón que no ruego por la salud y el bienestar a cada uno de ustedes! ¡Que Dios los bendiga!

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